miércoles, 24 de julio de 2013

KRIBI


Kribi es un paraíso al suroeste del país, en la costa. Está a dos horas y media de Douala, no por la distancia, que aquí las medidas se toman de manera diferente, sino por sus carreteras mal asfaltadas. Con un tráfico infernal y de un solo carril, de tanto en tanto algún listillo decide lo contrario, y se convierten, por arte de magia, en dos o incluso tres carriles, que no tienen por qué estar situados juntos, pueden alternarse con los de vuelta, en un incomprensible caos entre el sálvese quien pueda y el yo entré primero.

Cuando pasas Edea, una población más o menos a mitad de camino, la carretera mejora un poco. El Presidente, Paul Biya, tiene una casita en este paradisíaco destino, por lo que decidió, sabiamente, que era de utilidad nacional, mejorar las vías de acceso al mismo.

Kribi es, en términos comparativos, lo que sería para nosotros Marbella. Ahora bien, nada más lejos de la realidad. Puestecillos erigidos con maderas desiguales se disponen a un lado de la carretera. Los carteles que los decoran están deslucidos y decolorados, lo que les confiere una apariencia similar.. Árboles y palmeras se alternan con bolsas de basura y botellas. Todos parecen ocupados en algo. Caminan de lado a lado, hablan o vocean, cargan bultos, ríen y descansan, pero parece que el escenario no se modifica. Como en una ruleta van pasando de tareas y siempre vuelves a presenciar la misma situación, pero con actores distintos. Es como un déjà vu continuo.

Hay varios hoteles bonitos, con todas las comodidades, y solo uno con el inconveniente de internet. Para no dejar de trabajar, que todo el personal anda pegado a su dirección mail. Uno compuesto por bungalós individuales, dispuestos entre vegetación, otro por casetas, cada una de ellas con varias habitaciones, y en el que me quedé yo, dos plantas dispuestas alrededor de un patio central con una piscina y estancias que dan al mismo, pero todos ellos con la playa según te caes de la cama. Al ser un pueblo costero el pescado es espectacular, y lo más famoso de aquí son las gambas, cocinadas en todas las modalidades.

Encuentras rincones de ensueño donde de verdad te puedes perder. Tiene un río, la Lobé, con cascada incluida, que va a dar directamente al mar. Por este flujo constante de agua dulce puedes hacer una ruta en canoa, hasta llegar a un poblado de pigmeos, aunque están un poco contaminados por el mundo moderno.

Ahora, en la época de lluvias, rara vez ves el sol, pero la temperatura te lo permite todo. Surf, kite, paseíto y baño. Aquí ves a la élite extranjera, acompañados por niñas morenitas que consiguen que la media de edad se quede en cuarenta años, y lo digo cuando ellos podrían estar jubilados. Las ves pasear sus cuerpos esculturales mientras se golpean la cabeza con palmadas, para pegarse la peluca.

Me tocará venir muy a menudo, ya que tenemos varios frentes de la empresa abiertos, y más que irán llegando, porque están construyendo un puerto inmenso, para descongestionar el de Douala. Prometo reportaje fotográfico.

Moto SANILI


¿Qué puede ser transportado en una moto Sanili? A saber, que yo haya visto...

- Una bombona de butano

- Un cerdo muerto

- Un cordero vivo

- Cuatro personas arrejuntadas

- Cable de hierro semirrígido de diez metros

- Seis sacos de patatas tamaño familia numerosa

- El fruto de cinco bananeros

- Un árbol de tamaño medio

- Una puerta de frigorífico

- Un mueble al que le han distraído las puertas

- Un par de amas de casa con la compra semanal

- Una verja enrollada

- Una madre con un bebé de cada brazo

- Un colchón de cama de matrimonio

- Una rueda de camión

- Treinta garrafas de gasolina vacías


Y todo esto sin mojarse, porque en época de lluvias se les acopla un paraguas doble, y tienen la opción de adquirir bolsas de diversos tamaños para cubrirse según convenga. Los publicistas lo tendrían tirado. 


martes, 9 de julio de 2013

Cumpleaños


Ya estoy acostumbrada, bueno, más o menos, que uno nunca se acostumbra del todo a estar lejos de los suyos en el cumpleaños,.. Este es el sexto año seguido que lo paso fuera de casa, y aunque estoy feliz, no deja de acompañarme un regustillo amargo.

Hay mucha gente que no lo celebra, o no le da importancia. A mi sí que me gusta, como disfruto de cualquier otra excusa para un intercambio de sonrisas, el compartir un ratito o dedicar un pensamiento a esa persona que forma parte de tu vida. Así que esto ha de servir para repetiros que os echo de menos.

Enrique me dijo que me arreglara para ir a currar. Estaba un poco desanimada y no me apetecía. Encima intento dar una imagen seria en el trabajo y no me he traído ropa acorde. Mis vestiditos aquí no pintan mucho. Pero le acabé haciendo caso, y me empecé a sentir mejor.

Compré unos dulces para llevar a los compañeros, croissants y beignets, para empezar el día goloseando. Y cuál es mi sorpresa, cuando después de la reunión que teníamos programada con todos los jefes de departamento, al sacar las cajas, uno de ellos se erige en el centro, y todos los demás serios, cierran los ojos, bajan la cabeza y cruzando las manos en el pecho, escuchan una oración en mi honor, de bienaventuranzas para todo lo largo de mis 34 años,.. Yo abrí un ojo, disimulando, porque quería observar lo que estaba pasando, y me ha dado la sensación de que era la única que no rezaba. Ha sido sorprendente lo primero, luego me ha hecho sonreír, pero en realidad, a pesar de que cada vez creo menos que haya nada ahí arriba, me ha gustado ese deseo de felicidad comunitaria.

Y todo el día en la oficina, papeles arriba y abajo, mails, visitas a clientes y que cuando termine por la tarde, me dice que el jefe que uno de los peces gordos de Bolloré quiere vernos para discutir sobre el contrato. Pues nada. Si es lo que quiere así lo hacemos.Ya por la tarde me entero que encima el tío es muy poco serio, que suele llegar tarde, pero que no podemos faltar. Así que nos tocará esperar, y yo no me atrevo a quedar con nadie para tomar ni una cañita, porque no sé si voy a tener tiempo. La cita es en el Boj, un garito super chulo con unos techos altísimos y una exposición de cuadros permanente. Pues lo aprovechamos. Llego con mi colega y pido cerveza, se echa las manos a la cabeza y me lo cambia por champán. Encima que es tu cumpleaños y estás trabajando. Asiento. Y el tío de la reunión que no viene.

Una llamada de teléfono nos indica que se retrasa, como cabía esperar, y que encima tenemos que irnos al hotel de un amigo suyo, porque está allí liado, a adaptarnos. Con las dos copitas de vino que me tomé al llegar a casa, y dos de Moët en todo lo alto, nos vamos al otro sitio. Y no me encuentro al empresario gordinflas que me estaba fastidiando el día, sino a toda la gente que conozco, copa en mano, reunidos para conseguir lo que ha sido el mayor engaño de mi vida. Sylvain me la había colado completamente, qué bien lo hizo el jodío. La mujer de Guillermo y su familia, un par de madrileños que trabajan para el gobierno, los de Aresa, Adaman y su hija, Úrsula, Alicia, Javier,Larry,... Una carpa preciosa al lado de la piscina, dos barras con mil tipos de canapés y brochetas de frutas. No me lo podía creer, al tiempo que sonaba la música de un grupo tocando para nosotros, y ¡cómo lo hacían! Ambientazo.


Nos iban trayendo pinchos recién braseados al tiempo que descargábamos la vinoteca. Regalitos y mil risas. Cuando llegó la tarta y se pusieron a cantarme mientras se consumían las bengalas no podía más. Creí que no sería posible sentirme tan en casa. Salió todo perfecto. Enrique cogió la guitarra e intento sacarle unas notas flamencas, Razvi hizo lo propio con el reggea. La fotógrafa no paró de currar en toda la noche. Y cuando se nos caían las horas del reloj, llegó un grupo de música americano que se alojaba en el hotel, los blackstreet, jejeje, los backstreet pero en negro, y se vinieron a tomar algo con nosotros.




Lo malo fue ir a trabajar al día siguiente, pero me dio igual.

martes, 2 de julio de 2013

Malita


Parece que eres invencible, que a ti no te puede ocurrir. Pero llega el momento y sucede. Enfermas. Y piensas, no pasa nada, unas décimas no van a ponérmelo difícil. Pero el mercurio no da tregua, y tras la empastillada llega el pico de fiebre. Y no estás en casa. Comienzas con el antibiótico. Pero al tercer día no remite. Y empiezas a hacerte preguntas. Solo son ráfagas de pensamientos que deshechas casi al momento. Pero, ¿qué seguridad te ofrece un país en vías de desarrollo?¿qué puedes hacer en según qué situaciones?
Casi nada más llegar a este bienaventurado país, que se aviene a acogerme, uno de los expatriados se puso enfermo. Nos acercamos a verle. No te preocupes, me dijeron, está en un hospital modernísimo, estilo europeo. Casi lloro cuando lo veo. Mal iluminado, poco ventilado, apenas abastecido. Realmente tienen la mayoría de los medios para hacer frente a un amplio espectro de problemáticas médicas, pero lo que entra por los ojos es diferente.

La suciedad, los mosquitos, equipos antiguos y médicos dispuestos a inventarse dolencias para hacerte las pruebas más caras, o alojarte en sus instalaciones a precio de oro. Ninguna de las comodidades a las que estamos acostumbrados, la televisión, ventanas, silla para las visitas. Las entradas en obras, caminos de tierra plagados de zanjas. Las salas de espera con personas esperando lo que pudieran ser siglos a tenor de sus miradas desesperanzadas.

Pero por fin el cuarto día empiezo a encontrarme mejor. Y ahora me sorprendo. Me hacen pruebas a domicilio de sangre y orina, y me traen los resultados a casa. Me realizan una ecografía y me preparan para escáner. Parece que no lo hacen mal del todo. Los seguros cubren absolutamente todos los servicios. Y parecen que van a encontrar la solución que no me llegaron a dar en España sobre mi riñón. Aunque ya no me hace falta, porque me encuentro bien, pero la próxima no me pilla desprevenida.

Hoy me han hecho la última prueba, la del escáner. Tenía cita para las 08:30h, y después de quejarnos repetidamente, me hacen entrar a las 09:20. Mi sentido de la responsabilidad con el trabajo nuevo me deja anonadada. En fin, que me desnude y me tumbe. Me pinchan para abrirme una vía. El aire acondicionado al máximo, para que no se caliente la máquina. No lo entiendo, tiene aspecto de ser completamente nueva. De hecho, da la sensación de que los enfermeros aún no se han leído las instrucciones, porque no saben ponerla en marcha. Me cabreo. Brazos arriba, helada y con la vía puesta me tienen esperando algo, lo que sea. Que tienen que reiniciarla. A saber, el tío de la recepción decía que el retraso se debía a que la estaban calentando, que se pongan de acuerdo. El caso es que para las 10:00 pudimos hacer la prueba. Me inyectaron un contraste que da una sensación de calor interno que no sé cómo explicar, ya que no me afectaba más que por dentro, fuera estaba con la piel de pollo y pensando en el tratamiento de una probable hipotermia.

Las 10:30 y por fin se acaba. Al llegar a casa además tengo el resultado de los últimos análisis. Por lo visto en España me daban un antibiótico al que soy resistente. Creo que finalmente no puedo quejarme por las aventuras vividas hasta llegar aquí. Pero con probarlo una vez tengo suficiente.