Quería hablar de la lluvia. De
cómo el cielo se cierra lentamente, inmisericorde, como torturándote, mientras
te hace saber que se aproxima la oscuridad. De cómo sientes el peso que va
llenando las nubes, cómo notas que todo a tu alrededor es consciente de lo que
está por venir, los ruidos de la gente se diluyen, los vehículos se alejan y no
son sustituidos por otros, los pájaros y los perros se desvanecen. Todo se
apaga. La nada.
Los nimbostratos encajan como un
puzzle, sin resquicios, sin piedad. Bajan hasta tenerlos a un palmo de nuestras
cabezas. Son tangibles. Y comienza a caer. Había oído en multitud de ocasiones
sobre la lluvia en los trópicos. Esto es la definición por antonomasia.
Todo es silencio, y de pronto, el
ruido de cada gota repicando en los techados de chapa metálica como soldados al
comienzo de la contienda entrechocando sus armas. Inunda. Sobrepasa. Desborda. Agua
sobre agua, inacabable, inabarcable, eterna. Acompañada de truenos y relámpagos
que iluminan los interminables chorros que destila el cielo, como si fuera a
deshacerse y desaparecer, vertido.
Minutos que suceden a horas, y a éstas,
días.
Quería hablar de la lluvia, pero
no puedo detenerme aquí. La verdadera protagonista es el agua, en todas sus
modalidades. Estamos al lado del mar, rodeados por ríos y rías. Nos bebemos
tres litros embotellados por día e ir al gimnasio es como correr en un baño
turco. Te la venden en bolsas, en botellas, en garrafas. Se suda al andar, al
hablar, en el sol y a la sombra. Te la echas por encima o la paladeas. Los
charcos, tras vaciar un cubo. Las tuberías que dan a la calle. Se empaña el
espejo de la ducha, las ventanas del coche. El traspaso de temperatura hace que
se condense el preciado líquido en cualquier objeto al perder el beneficio del
aire acondicionado o el frigo. El agua en Doaula es omnipresente.
En realidad esto sí que es
verdadera adaptación, simbiosis, pues ¿no estamos compuestos de agua en un 80%?
O eso o me voy a convertir en pez. El que haya pensado en Dory se entera.
Siempre fuiste más Dori, qué cualquier otro pececito del óceano. Cuídate anda...
ResponderEliminarNo te preocupes pecue, ya sabes que las pelis de dibus siempre acaban bien,.. Y coge el boli alguna vez, ¡aunque se vea borroso!
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