viernes, 7 de junio de 2013

Mi trabajo.



Esta entrada es sólo para contaros qué voy a hacer aquí en Douala. Espero no aburriros.

El lunes hice la entrevista de trabajo. Me reuní en el despacho de Silvan, el Director de Calidad de Africa Security, para que me diera unas guías a seguir en mi encuentro con los propietarios de esta empresa. Escribimos cinco líneas en un Word con mi experiencia. Vaya, ¡cómo se puede reducir una vida laboral en tan poco espacio! Pero, ¿quién me iba a decir que un curso online de prevención de incendios y planes de emergencias iba a dar tanto de sí?

Me suben con mucha ceremonia al despacho del jefe. El dueño. El fundador. Es un francés de unos setenta años. Con barba y bigote encanecidos, unas gafas antiguas de pasta de montura transparente, que se descuelgan por el tabique de su nariz. Ojos hundidos pero vivos, escrutadores. Piel cetrina, arrugada. Vestido de forma descuidada. Delgado de nervios. Voz suave, monótona, que me saluda sin efusividad. Está sentado en un sillón elevado por una tarima, le hace parecer más alto cuando se levanta a darme la mano. No sonríe en ningún momento. Su mujer es una camerunesa unos veinte años más joven, de mirada inteligente y movimientos enérgicos, vestida con un traje de chaqueta y falda, floreado y colorido. Más tarde han sustituido su nombre por la descripción, y cito textualmente, “serpiente de dos cabezas”. Nos sentamos los tres.

Mr. Turpin comienza a explicarme en qué va a consistir mi trabajo. Llevan la seguridad de las multinacionales más importantes de Camerún. Hacen perfiles de riesgo, análisis de vulnerabilidad, planes de emergencia, disponen guardas, llevan la seguridad del aeropuerto, hacen traslados de bienes, incluso poseen especialistas en barcos, para casos de piratería. Bien, todo eso lo voy a revisar yo. Los especialistas y técnicos harán los estudios, y yo los discutiré con ellos. Una vez finalizado me iré con el dossier a entrevistarme con los clientes. Llegaremos a acuerdos para ajustar costes y presupuestos, y firmaremos contratos. Dios mediante.

En Camerún las empresas de seguridad no pueden llevarlas extranjeros, es por eso que Africa Security pertenece en papeles a su mujer, en un 90%. Ella es la Directora General. Y a mí me tendrán legalmente como consultora externa, y en realidad de Directora de Seguridad. O eso es lo que pondrá en mi tarjeta de visita...

-“Gracias, gracias, ningún problema.” Me despido y me voy con Martine Turpin a su despacho, situado justo al lado. –“Qué bien trabajar con una mujer, estoy muy ilusionada.” –“Yo también, me encontraré más cómoda”, miento sin saber qué pensar realmente. Me ofrece el sueldo, es un poco más bajo de lo que me había planteado, pero teniendo en cuenta que un vigilante aquí cobra 50 euros al mes, lo paso por alto, al menos para el periodo de prueba de tres meses por el que voy a empezar. Coche de empresa. Dos semanas de vacaciones cada tres meses, para poder irme a Europa. Bien. Me cuadra. Pero me tengo que hacer la dura, y le digo que me lo voy a pensar, que tengo más ofertas y una reunión esa misma tarde.

El miércoles les llamé para concertar una nueva cita. Estaban preocupados porque creían que no iba a aceptar. Increíble. Pero aquí los tiempos también transcurren de manera diferente, y ha sido hoy, viernes, cuando finalmente me he acercado a estampar mi autógrafo en unos cuantos papeles. Me han llevado todo el día de lado a lado presentándome gente. Clientes y trabajadores. He dado la mano tantas veces que mañana tendré agujetas.

Manos duras, rugosas, manos firmes o temblorosas. Manos lánguidas y enérgicas. Manos momentáneas o perennes. Ásperas y húmedas. Huidizas, poderosas. Supongo que aquí no están prevenidos. No estudian psicología, ni se preparan entrevistas como hacemos en Europa. Cada uno de ellos me ha dado su mano, como lo siente, que le define y le ubica. Ha sido interesante. Y después, con toda esta información, me he lavado las mías.

Hoy me he enterado que estoy realmente al mando. Que voy a tener secretaria. Y que al sueldo se le añaden comisiones, y beneficios, a espaldas de la Directora General. Y acabo de llegar. Este reto se promete interesante. Aún no me lo creo. Os mantendré informados, y escribiré sobre esta aventura, enterrada, probablemente, bajo una montaña de papeles.

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