
Esta entrada es sólo para
contaros qué voy a hacer aquí en Douala. Espero no aburriros.
El lunes hice la entrevista de
trabajo. Me reuní en el despacho de Silvan, el Director de Calidad de Africa
Security, para que me diera unas guías a seguir en mi encuentro con los
propietarios de esta empresa. Escribimos cinco líneas en un Word con mi
experiencia. Vaya, ¡cómo se puede reducir una vida laboral en tan poco espacio!
Pero, ¿quién me iba a decir que un curso online de prevención de incendios y
planes de emergencias iba a dar tanto de sí?
Me suben con mucha ceremonia al
despacho del jefe. El dueño. El fundador. Es un francés de unos setenta años.
Con barba y bigote encanecidos, unas gafas antiguas de pasta de montura
transparente, que se descuelgan por el tabique de su nariz. Ojos hundidos pero
vivos, escrutadores. Piel cetrina, arrugada. Vestido de forma descuidada. Delgado
de nervios. Voz suave, monótona, que me saluda sin efusividad. Está sentado en
un sillón elevado por una tarima, le hace parecer más alto cuando se levanta a
darme la mano. No sonríe en ningún momento. Su mujer es una camerunesa unos
veinte años más joven, de mirada inteligente y movimientos enérgicos, vestida
con un traje de chaqueta y falda, floreado y colorido. Más tarde han sustituido
su nombre por la descripción, y cito textualmente, “serpiente de dos cabezas”. Nos
sentamos los tres.
Mr. Turpin comienza a explicarme
en qué va a consistir mi trabajo. Llevan la seguridad de las multinacionales
más importantes de Camerún. Hacen perfiles de riesgo, análisis de
vulnerabilidad, planes de emergencia, disponen guardas, llevan la seguridad del
aeropuerto, hacen traslados de bienes, incluso poseen especialistas en barcos,
para casos de piratería. Bien, todo eso lo voy a revisar yo. Los especialistas
y técnicos harán los estudios, y yo los discutiré con ellos. Una vez finalizado
me iré con el dossier a entrevistarme con los clientes. Llegaremos a acuerdos para ajustar costes y presupuestos, y firmaremos
contratos. Dios mediante.
En Camerún las empresas de
seguridad no pueden llevarlas extranjeros, es por eso que Africa Security
pertenece en papeles a su mujer, en un 90%. Ella es la Directora General. Y a
mí me tendrán legalmente como consultora externa, y en realidad de Directora de
Seguridad. O eso es lo que pondrá en mi tarjeta de visita...
-“Gracias, gracias, ningún
problema.” Me despido y me voy con Martine Turpin a su despacho, situado justo
al lado. –“Qué bien trabajar con una mujer, estoy muy ilusionada.” –“Yo también,
me encontraré más cómoda”, miento sin saber qué pensar realmente. Me ofrece el
sueldo, es un poco más bajo de lo que me había planteado, pero teniendo en
cuenta que un vigilante aquí cobra 50 euros al mes, lo paso por alto, al menos
para el periodo de prueba de tres meses por el que voy a empezar. Coche de
empresa. Dos semanas de vacaciones cada tres meses, para poder irme a Europa.
Bien. Me cuadra. Pero me tengo que hacer la dura, y le digo que me lo voy a
pensar, que tengo más ofertas y una reunión esa misma tarde.
El miércoles les llamé para
concertar una nueva cita. Estaban preocupados porque creían que no iba a
aceptar. Increíble. Pero aquí los tiempos también transcurren de manera
diferente, y ha sido hoy, viernes, cuando finalmente me he acercado a estampar
mi autógrafo en unos cuantos papeles. Me han llevado todo el día de lado a lado
presentándome gente. Clientes y trabajadores. He dado la mano tantas veces que
mañana tendré agujetas.
Manos duras, rugosas, manos firmes
o temblorosas. Manos lánguidas y enérgicas. Manos momentáneas o perennes.
Ásperas y húmedas. Huidizas, poderosas. Supongo que aquí no están prevenidos.
No estudian psicología, ni se preparan entrevistas como hacemos en Europa. Cada
uno de ellos me ha dado su mano, como lo siente, que le define y le ubica. Ha
sido interesante. Y después, con toda esta información, me he lavado las mías.
Hoy me he enterado que estoy
realmente al mando. Que voy a tener secretaria. Y que al sueldo se le añaden
comisiones, y beneficios, a espaldas de la Directora General. Y acabo de
llegar. Este reto se promete interesante. Aún no me lo creo. Os mantendré
informados, y escribiré sobre esta aventura, enterrada, probablemente, bajo una
montaña de papeles.
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